Los grandes mensajes nunca pierden su valor.

domingo, 29 de abril de 2012

Ilusionistas de los sueños olvidados




Llame al timbre me abrió el ilusionista de los sueños olvidados, me recibió con su rostro fúnebre, vestía todo negro, lo único blanco era el cabello. 
Entre en su consulta me indico que me tumbara en la camilla, mis piernas flojeaban, las manos recibían una descarga de sudor de mi querido cuerpo. Acomode mi cabeza en una pequeña almohada de color negro, allí habitaba este color tan agradable para salir corriendo. Las palabras siniestras fueron pronunciadas por su boca, relájate, cierra los ojos y déjate llevar. Apoyo sus dedos en frente empapada de sudor, rezó una especie de conjura inaudible, fui entrando en un sueño, las nubes negras me recibieron con total indiferencia, me perdí dentro de ella en los sueños olvidados.
Desperté pasada una media hora, parecía que había estado durmiendo dos días en aquella camilla, la confusión vivía en mente nada más despertar. Me levante como pude de la camilla esta mareado, allí deje las nubes negras en las cuales había caminado en el olvido. Estaba tan aturdido que parecía que acababa de bajar de noria, fui andando como pude hasta la silla que había enfrente de la mesa del escritorio donde estaba tal funesto hombre que me miraba sin pestañear como un águila cuando va alzar el vuelo para ir por su presa. La mesa era horrible como no de color negro, tenia las manos apoyadas en ella, un folio repleto de garabatos, con signos, letras indescifrables, me recordó a mis tiempos de estudiante con las dichosas ecuaciones, que solo entraron en mi sesuda mollera a base de palos y pescozones.
Me seguía mirando fijamente, aquello me incomodaba, el silencio habitaba en aquel antro fúnebre, en sus ojos estaba Satanás que comenzó hablarme con cierta ironía.
Estas enamorado de una jovenzuela de cabellos rubios de veinte años, vive en tu escalera. Veo un problema. Hizo una pausa.
Tu eres, en fin ya sabes.
- Maricón. Dije.
Exactamente.


Salí de la consulta peor que entre, la confusión habita en mis ropas de tonalidades estrafalarias, suéter rojo y pantalón de pana verde, con cien euros menos en el bolsillo.
El ilusionista de los sueños olvidados me volvió a la realidad, con una patada en mis partes bajas, nobles o como quieran llamarle.
Me gustaban los hombres con locura y estaba enamorado de mi vecina.
El ilusionista de los sueños olvidados me pillo del pecho me apretó fuerte, note sus nudillos en mi pecho, en sus ojos de Demonio  pude ver fuego, la hoguera estaba en llamas, aquel inquisidor estaba dispuesto a quemarme vivo con mis ropas de colores.


No te acerques a mi hija- Dijo con voz profunda.
Maricon de colores.